jueves, 2 de marzo de 2017

Ciclo El cine es una invento sin futuro Sara Gómez -Ana Mendieta

Proyección Sara Gómez- Ana Mendieta 27 de octubre
 Cineclub Mujeres Empoderadas, Mujeres Cineastas
El cine como arma revolucionaria colectivo Cineclub Mujeres Empoderadas, Mujeres Cineastas Difunde, exhibe obras realizadas por Mujeres y personas que se Viven mujeres, este es un medio para acabar con los roles heteropatriacales que no solo existen en el cine y dar el derecho de conocimiento de cine, arte , etc… para descentralizarlo, cambiarlo y construir


Ana Mendieta, una artista rodeada de espíritus, de sombras y de misterio hasta su muerte. Miles de voces en todo el mundo reclaman desde hace tiempo: ¿Dónde está Ana Mendieta?
“Silenciada”, si hubiera que encontrar un adjetivo para describir la obra de la artista cubana Ana Mendieta (La Habana, 1948 - Nueva York, 1985) ése sería “silenciada”, un adjetivo sangrante en medio de otros muchos como reivindicativa, espiritual, eco-feminista, incómoda, filosófica, profunda, desgarradora, personal… pero silenciada al fin y al cabo.
La vida de Ana Mendieta acabó de manera precipitada un 8 de septiembre de 1985 cuando su cuerpo cayó a plomo desde la terraza de su apartamento, en el piso 34 de un edificio en el Greenwich Village neoyorkino. No hubo un solo testigo de cómo pudo suceder el “accidente”. Bueno, sólo uno, el que era su marido desde hacía 8 meses, el escultor Carl André.
Según los testimonios de los vecinos, se oyó una fuerte discusión entre la pareja, se oyeron golpes, muebles movidos, llantos y gritos, el último un largo y descarnado “¡Noooo!” de la mujer que caía al vacío, de Ana Mendieta. Las pruebas, los arañazos en la cara y en los brazos, las contradicciones y la frialdad en la narración de los hechos apuntaban a André, pero la justicia lo absolvió 3 años después, tras una campaña de apoyo de todo el mundo del arte que resolvió que se trató de un accidente doméstico en el que fué determinante la salud mental de Ana Mendieta, según alegó el abogado de su marido, una salud mental debilitada, extrema y con tendencias suicidas.
Nada más lejos de la realidad. Ana Mendieta era una superviviente, una nómada, una exiliada de Cuba, criada junto a sus hermanas entre el trabajo y los estudios universitarios, y el trabajo y sus investigaciones personales acerca de conceptos universales como la libertad, los derechos civiles, lo fronterizo, el género, la ecología, la espiritualidad, el imperialismo,... Mendieta usaba su propio cuerpo como territorio de experimentación, su propia “identidad fronteriza” - como la han llamado sus estudiosos - como canal de expresión artística y relacionaba ambos con la naturaleza salvaje como seña de identidad de su obra
Fué la escritora Jane Blocker la que se preguntó directamente, en 1999, ¿Quién es Ana mendieta?, en su libro Where Is Ana Mendieta?: Identity, Performativity and Exile, un ensayo sobre la obra de la cubana y sobre su vida, en el que asegura que “la obsesión que Mendieta tenía con la idea del exilio como parte de su identidad estaba relacionada más con uno de los peligros que todos enfrentamos en la sociedad contemporánea, el hecho de ser ‘ciudadanos fronterizos’”. Ese limbo, ese no-ser se evidencia en las series de siluetas en la tierra que la artista realizó en México, en la que su cuerpo desnudo se funde en el barro y en el agua hasta casi desaparecer, cubierto de ramas y flores, en un género creado por ella que se llamó “earth-body”, combinación del Body Art, el Land Art y la Performance.
La sangre es otro elemento muy presente en la obra de Mendieta, un elemento que, precisamente, da carnalidad y presencia a los cuerpos, pinta huellas y vestigios, es origen y es muerte. Con la sangre, con el paisaje, con su cuerpo, Mendieta denunciaba la violencia de género en particular y todos los tipos de violencia que se ejercen sobre los individuos a diario: violencia política, violencia verbal, violencia sonora, psicológica, a través de mecanismos socializados, a través de los medios de comunicación, las campañas publicitarias…
Una obra y una personalidad así es complicado que desaparezcan sin más, y de eso se encargan colectivos como las Guerrilla Girls o el Women’s Action Coalition que, en 1992, minutos antes de la inauguración en el Guggenheim Museum de una enorme exposición en la que estaba Carl André, reunieron a más de 500 personas que repartían fotocopias de la cara de la cubana mientras gritaban “Where is Ana Mendieta?”
En mayo de 2015, una historia similar ha ocurrido en la exposición de Carl André organizada por el museo Reina Sofía. Ocho mujeres entraron a las salas de la Casa de Velázquez, manchadas de sangre y en silencio hasta que una de ellas arrancó una letanía:
Ana Mendieta (bis)
No te veo aquí (bis)
¿dónde están tus obras? (bis)
¿dónde está tu cuerpo? (bis)
No te veo aquí ni allí ni allí (silencio)
Ana Mendieta (bis)
Tu muerte es un silencio (bis)
Nadie menciona tu nombre (bis)
¿de quién hablan aquí dentro? (Silencio)
Ana Mendita (bis)
Tu última palabra fue no
(todas) NO
Ana Mendieta (bis)
Nosotras aún estamos aquí
Nosotras también
No te vamos a olvidar
Nosotras tampoco
y frente a la injusticia
injusticia
y tu sangre
tu sangre
Usamos nuestros cuerpos en señal de protesta
protesta
y gritamos con tu cuerpo arrojado al vacío
NO. No no no no…
Que se siga uno preguntando siempre: ¿Quién es Ana Mendieta? Que siga la duda quemándonos los dedos. Que siga ese hueco ardiente en la historia de nuestro arte reciente. Que no se apague Mendieta.
datos tomados de FERIA DE ARTE CONTEMPORÁNEO



Sara Gómez

Era mujer y negra, pero esas características no fueron obstáculo para sumergirse en las aguas del cine. Todo lo contrario, Sara Gómez, la primera directora de cine del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos de Cuba (ICAIC), las convirtió en aliadas.

Murió joven, con apenas 32 años. Sin embargo, su obra perdura. En las décadas de los sesenta y setenta del pasado siglo, Sara incursionó primero en los documentales y luego en la ficción, con su obra De cierta manera, de cuyo estreno se cumplen 30 años en 2007.

Su obra documental de los sesenta incluye títulos como Sobre horas extras y trabajo voluntario, La otra Isla, Una Isla para Miguel y Mi aporte, que se acercan, desde su mirada, a los cambios sociales tras el triunfo de la revolución cubana, en 1959, y su influencia en la vida de las personas.

En blanco y negro aborda los prejuicios raciales, la discriminación, la marginalidad y sus consecuencias para las familias, el machismo, el rompimiento con el pasado y los programas sociales dirigidos a mejorar la vida y dignificar a cubanas y cubanos.

Los temas y problemas que escogió, el tratamiento que les dio y la originalidad de su enfoque la ubicaron entonces en la vanguardia y hoy, en el contexto de la sociedad actual, muchos de sus mensajes resultan contemporáneos.

Para Jorge Fernández, vicerrector del Instituto Superior de Arte de La Habana, en su obra hay artistas que se anticipan, que trascienden su tiempo. "No sólo se quedó en el lenguaje del cine; su lenguaje fue bastante vanguardista y trasgresor para su época".

"El trabajo de Sara Gómez sigue dialogando con lo que se está haciendo en el cine joven, en el documental cubano y en la ficción", agregó Fernández durante el coloquio "Sara Gómez: imagen múltiple", efectuado la pasada semana en La Habana.

Para Sandra del Valle Casals, investigadora del Centro Juan Marinello y presidenta del comité organizador, el evento rindió homenaje a la obra y la figura no sólo de la primera mujer que hizo un largometraje en el ICAIC, sino también a quien llevó al cine temas de honda actualidad.

El encuentro también permitió apreciar el audiovisual cubano desde una perspectiva de género, "porque consideramos importante ampliar el espectro analítico y revelar los constructos de género que se manifiestan en el audiovisual cubano", comentó del Valle.

"El trabajo de Sara Gómez es muy relevante, por las temáticas que abordó como mujer, negra y revolucionaria. En ella hay una preocupación por el proyecto social de la revolución cubana desde muchas perspectivas y es un legado como análisis de esa realidad", explica.

A juicio de Del Valle, en esta directora hay una búsqueda y perspectiva antropológicas y sociológicas para acercarse a la realidad de su época. Hay aspectos que son producto de su momento, pero hay otros que nos llegan de cerca.

"El realizador cubano Tomás Gutiérrez Alea decía que se sentía feliz cuando su obra envejecía, porque significaba que los problemas que planteaba estaban superados. En los temas de las cintas de Sara, hay historias que no están superadas y por eso, entre otros aspectos, sigue vigente", agregó la especialista.

Para la estudiosa canadiense Susan Lord, se trató de "una mujer muy valiente, muy avanzada para su tiempo en el tema de las posibilidades de cambiar las relaciones entre grupos sociales diferentes".

"Todavía hoy día hay pocas obras con esa imaginación, con esa manera de filmar para hacer un mundo más democrático", agrega. "Ella está en el grupo de la vanguardia. Su obra puede dar al mundo de hoy, lleno de globalización, maneras para inventar relaciones y hacer un puente, un diálogo entre los aspectos éticos, estéticos y políticos", dijo a SEMlac.

SARA, IMAGEN MÚLTIPLE

Inés María Martiatu, escritora y amiga de Sara, tuvo el privilegio de conocerla desde la niñez. Juntas estudiaron piano y ejercieron el periodismo y juntas entraron a un seminario de investigación, en el que tuvieron como profesores a relevantes intelectuales cubanos.

"Ella siempre fue muy consciente de lo que hizo; deliberadamente, su cine fue inquisitivo, por eso es muy especial, muy de ella", comenta.

"Cuando hubo problemas para el estreno de De cierta manera, llevó al teatro la puesta Al duro y sin careta, basada en la película, que fue un gran detonador. Personas que nunca habían ido al teatro, lo hicieron para ver algo que reflejaba su realidad", recuerda Mario Balmaseda, protagonista del filme.

"Sara trasladó al cine su propio contexto. Se situaba en el medio de los problemas, sin distanciarse. No montaba una historia, utilizaba el testimonio de las personas, el drama de su mundo, apartado del discurso oficial de cómo debían comportarse; se jugaba la vida con ella misma, se arriesgaba artística y emocionalmente", agrega.

A juicio del realizador Jorge Luis Sánchez, director de la reciente y premiada película cubana La historia del Beny, "Sara es irrepetible y el cine que hizo nadie más lo ha podido hacer. Es una cineasta y no una documentalista, término que intenta reducir la obra de los cineastas y escamotearles su calidad. Ella se ubica en la punta de la vanguardia".

DE CIERTA MANERA

En la ópera prima de Sara, De cierta manera, una maestra es enviada a trabajar a un lugar donde fue demolido un barrio marginal y se han construido casas con mejores condiciones, con el fin de transformar la realidad y la mentalidad. La profesora comienza una relación sentimental con uno de los habitantes del lugar. Hay problemas con algunos alumnos, conflictos, incomprensiones y dudas en la pareja.

Según Fernández, el filme tiene elementos muy interesantes, "se están mezclando la ficción, el documental y algo de lo que se habla hoy, el intergénero y lo intertextual, todos esos fenómenos que se analizan actualmente desde la teoría del arte y los estudios culturales. Todo eso Sara se lo estaba planteando en aquel momento".

"Pero también esa manera de llevar el kitsch, esa mirada antropológica, de unir los procesos de la marginalidad, llevarlos a la alta cultura y hablar de ellos desde dentro, desde sus vivencias. Era la idea de vivir el arte como experiencia", explica a SEMlac.

"Fue un drama que muriera con apenas 32 años, que dejara inconclusa la película (fue terminada por otros realizadores), pero conocer su obra es parte de esta identidad, de la nación y del espíritu de esta isla", agrega.

"La narrativa tiene un tono de caos, no sigue una estructura lineal y tiene digresiones constantes en todo el hilo narrativo. Hay una deconstrucción de la propia historia. Y todo eso era Sara. Ahí está el tema de la mujer, de la racialidad, que son fenómenos que hoy se están discutiendo y están más presentes que nunca".

Para el realizador cubano Rigoberto López, en esa película Sara integró de manera vanguardista el testimonio, el documental, la ficción, el docudrama y el distanciamiento para lograr una obra de originalidad y frescura, que aún hoy la convierten en una de las películas más actuales y contemporáneas del cine cubano.

Además, agrega Fernández, "coincide que es una mujer negra, con una conciencia de raza, que aparece también en un material como Crónica de mi familia. Allí están desde la abuela, que es la tradición; hasta la mujer más casta y una de las tías, la más hereje, que todos rechazan".

"Y a partir de esa familia, de un hecho fragmentario y local, está reflexionando sobre la sociedad y los prejuicios raciales, la marginalidad, la discriminación, el derecho que tiene la mujer de amar, con una conciencia, una raigambre, una fuerza que todavía tiene mucho que decir", considera.

"En el corto Mi aporte retoma el tema del negro, la marginalidad, que fue casi un recurrente, obsesivo, en su obra. Ni la película y ni los documentales se han puesto viejos", afirma.

ABRIR CAMINOS

El camino que hace muchos años abrió Sara Gómez en Cuba tiene sus seguidoras, aunque el parto ha sido difícil y largo. Aun cuando en estos tiempos crece el número de mujeres detrás de las cámaras de cine, no son tantas todavía.

Según el vicerrector del Instituto Superior de Arte, "el tema de los géneros es polémico. Hay quienes consideran que las obras de arte lo son, independientemente de que estén hechas por hombres o por mujeres. Pero creo que, evidentemente, hay una sensibilidad femenina, una mirada desde la mujer, desde su propia identidad", señala.

Para del Valle, cada día más mujeres están haciendo una obra: se ven no sólo realizadoras, se ha abierto la gama a otro tipo de especialidades, como la fotografía, que ha estado muy vedada a las mujeres, o el sonido.

"De pronto, las mujeres estamos en todas las especialidades", reflexiona. Sin embargo, han tenido que pasar 30 largos años desde el estreno de De cierta manera para que otra cubana, Rebeca Chávez, esté filmando su primer largometraje de ficción, según trascendió en el Coloquio sobre Sara Gómez.

Fuente: CIMAC/SEMLAC

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